La turra con la IA

“La IA ha venido para quedarse” se ha convertido en una frase manida y resobada en tiempo récord, pero no por ello es menos cierta, y al igual que cuando llegó el primer loco a Internet, toca adaptarse.

Como informático y friki de la ciencia ficción, los increíbles avances de la IA me fascinan, mientras que como traductor e ilustrador me preocupan (idiosincrasias de ser un hombre orquesta, supongo). El impacto que está teniendo en estos dos campos es profundo, y al dedicarme a ambos, a veces pienso que qué le habré hecho yo a Skynet y que si me habrá visto cara de John Connor o yo que sé.

Pese a todo intentaré exponer mi opinión de la manera más objetiva posible (aunque seguro que fracaso miserablemente).

IA y traducción

La capacidad de la IA de generar y traducir texto es asombrosa, basta darle un texto para que lo traduzca y tendremos un resultado bien redactado en segundos, ideal para, a primer vistazo, provocar un soponcio al traductor más pintado. Pero… ¿está realmente bien redactado? En mi experiencia, siempre hay que retocar el resultado, o incluso reescribirlo por completo. Entonces, ¿dónde cojea la IA?

 

Estilo: la IA no tiene estilo ni creatividad, puede fingirlo, a veces de forma muy convincente, pero siempre será un simulacro. Ejemplo práctico:

En La Comunidad del Anillo, el primer libro de El Señor de los Anillos, Frodo Bolsón adopta el alias Mr. Underhill para evitar llamar la atención al comienzo de su viaje. En la (soberbia) traducción a castellano de Matilde Horne, esto se adapta como Sr. Sotomonte, un apellido mucho más natural y evocador que Bajoelmonte o Bajocollina. A una IA jamás se le habría ocurrido adaptar Underhill como Sotomonte, Baggins como Bolsón, Samwise como Samsagaz o Strider como Trancos. De adaptar el estilo narrativo de Tolkien ya ni hablamos. Y en caso de que dé en el clavo con alguna adaptación, no se puede esperar que ese nivel de “inspiración” se mantenga coherente en el resto del texto, ya que la IA no tiene “voz” propia.

Venga, otra oportunidad:

No sé a vosotros, pero a mí “Sr. Subcolina” no me convence mucho.

Usar IA en textos largos es una temeridad, da un texto que al principio es resultón, pero rápidamente se empieza a liar y a cometer errores tontos en los que ningún humano (traductor o no) hubiese caído. Y aun quitando eso, en conjunto seguirá siendo un texto gris y sin vida.

 

Rigor: vale, pero a lo mejor el estilo me da igual porque quiero traducir un texto técnico. Pues hay que saber que la IA, aunque hace lo que buenamente puede con los datos con los que se ha entrenado, ni tiene capacidad de discernir el rigor de sus fuentes ni va a consultar la RAE en caso de duda. Vamos con otro ejemplo:

  • Ion no lleva tilde. Los monosílabos, salvo casos especiales como tilde diacrítica, nunca llevan tilde.
  • El “de”… bueno, podría pasar, pero es más habitual omitirlo: ion potasio.
  • Potasio debe ir en minúscula.

Resultado: de tres palabras, dos están mal y una es mejorable/omitible.

Según Google Bard (que por cierto, no sé por qué me contesta en inglés, si yo le he preguntado en castellano), la ortografía es a gusto del consumidor y tú decides si ion se acentúa o no. Suspenso en consistencia.

Esto es DeepL, técnicamente no es una IA, pero es un motor de traducción automática en el que también podemos apreciar la tilde bailonga. Y esto es solo un ejemplo al azar.

 

Conclusión:

 

 

Si quieres una traducción barata, con la IA obtendrás una traducción barata y más que probablemente con fallos, pero para una traducción de calidad necesitarás ayuda profesional (nótese que saber inglés ≠ profesional, así que no se lo encargues a tu primo «el que sabe inglés». Que no digo yo que tu primo sea mal chaval, ojo, que seguro que es muy majo).

El arte y la IA

No cabe duda de que la generación de imágenes ha avanzado mucho y puede generar cosas impresionantes… pero, ¿qué desventajas tiene?

 

Falta de control: cuando metes un prompt a una IA, nunca estás muy seguro de qué va a salir, la IA no te va a hacer preguntas sobre qué quieres ni te va a enseñar bocetos. Olvídate también de tener una imagen separada por capas para poder editar cómodamente y por separado fondo, personajes, iluminación, etc.

 

Falta de coherencia: la IA en realidad no sabe qué está haciendo, hace aproximaciones, muy vistosas, pero aproximaciones al fin y al cabo, así que al analizar las imágenes se suelen encontrar cosas sin sentido. Vamos con un ejemplo rápido generado para la ocasión:

Impresionante, sí, hasta que te empiezas a fijar

Solo por mencionar algunos de los muchos fallos:

 

  • La cuerda del arco: es otra flecha (¿?), no va conectada con el arco, se repite sin sentido flotando en el aire y por debajo de la mano ya ni siquiera aparece.
  • El arco es asimétrico y es mucho más corto por abajo.
  • La flecha cargada en el arco se parece a las del carcaj como un huevo a una castaña.
  • Alforjas, correas y bolsillos puestos al tuntún, se fusionan de formas raras o terminan en ninguna parte.
  • Árboles sin tronco que emergen del suelo.
  • Pájaros (o algo parecido) deformes.
  • Estrellas por delante de la luna.
  • Y como de costumbre, las manos, que si bien ya no son el terror lovecraftiano que eran en anteriores iteraciones de esta tecnología, distan mucho de ser perfectas. La mano que sostiene la flecha tiene un meñique extra y las terminaciones de los dedos de la mano que sostiene el arco piden dermatólogo a gritos.

Además, volver a generar a este mismo personaje en otra postura o haciendo otra cosa, manteniendo la coherencia del diseño y los detalles, va a ser muy difícil o imposible.

 

¿Pero se pueden retocar los fallos, no? Bueno, sí. Pero se te puede escapar alguno (o unos cuantos), y siempre se va a dar cuenta alguien. Y eso nos lleva al punto más importante:

El contenido generado por IA da mala imagen de marca

Si bien la IA tiene sus defensores, a la mayoría de la gente no le gusta que le den contenido generado por inteligencia artificial por diversos motivos: desde lo distópico y deshumanizante de subcontratar algo tan humano como el arte a una fría máquina, a las ramificaciones éticas o incluso legales de como los modelos de IA están entrenados a base del trabajo de artistas humanos (en la práctica totalidad de casos, sin su permiso o conocimiento).

Y sobre todo: queda cutre. Si usas IA, lo que va a percibir mucha gente es que antepones ahorrarte unas perras a la calidad, y si además no dejas claro que la usas o lo ocultas, tu público sentirá que le has intentado dar gato por liebre. Porque como ya he mencionado, siempre se va a dar cuenta alguien, se difundirá, y tu marca va a sufrir por ello. No lo dudes, ya ha pasado, pasa, y seguirá pasando.

Vale, admito que es un ejemplo especialmente cutre, pero el cachondeo que hubo en redes a costa de los “niños de Chernóbil” estos fue supremo

Con todo esto no quiero decir que la IA no pueda ser una herramienta útil y con usos legítimos, pero a día de hoy nada sustituye a la mano humana. Como herramienta para artistas, yo diría que la mayoría tenemos demasiado orgullo y apego a nuestra obra como para apoyarnos en imágenes generadas por IA. Yo sugiero huir de los autoproclamados “artistas de IA” como de la peste, suelen ser gente con poco o nulo criterio artístico que buscan el camino fácil sin dedicar esfuerzo.

Y además… se supone que la IA había venido para quitarnos la pesada carga del trabajo, así que… ¿para qué le vamos a encargar los artistas la parte divertida?

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